El imperialismo unitario. volumen 2

Este segundo volumen recoge la parte final (1959-1980) de los artículos de política exterior escritos por Arrigo Cervetto en los treinta años transcurridos entre 1950 y 1980 y publicados por primera vez en Italia en 1981. Basta con echar un rápido vistazo al índice de esta segunda parte para confirmar la plena y apremiante actualidad de los temas tratados. Especialmente a la luz de las cuestiones que hoy están en el centro de las relaciones internacionales y caracterizan dramáticamente su curso en todas las latitudes. Piénsese en el análisis de la "cuestión china"; ya entonces enmarcada en sus rasgos de fondo como nueva potencia capitalista emergente, a pesar de todas las intoxicaciones ideológicas del maoísmo entonces rampante. Lo mismo para el estudio de la "India capitalista", presentada entonces por la mayoría exclusivamente como un país profundamente atrasado, símbolo de miseria y hambruna sin fin. Con el paso de las décadas, esas realidades han desplegado plenamente su indiscutible naturaleza capitalista, imponiéndose como nuevos gigantes de tamaño continental en el escenario de la contienda mundial. Lo mismo para el caso del imperialismo europeo. Sus rasgos esenciales y tendencias profundas habían sido identificados en los escritos de Arrigo Cervetto desde los años cincuenta del siglo pasado, cuando el mundo aún estaba encerrado en la exclusiva imagen del bipolarismo entre los dos bloques estadounidense y ruso. El "verdadero reparto", sancionado en Yalta al final de la Segunda Guerra Mundial imperialista, descansaba en la división de Europa. Pero, a largo plazo, no habría podido impedir la recuperación del impulso a la unificación del Viejo Continente en torno a su "motor alemán"; como de hecho ocurrió a finales de los años ochenta, con el colapso del "falso socialismo" de Moscú y la acelerada reunificación de Berlín.
Sobre todo por esto, una coherente batalla internacionalista requería ya entonces la plena conciencia de que "el enemigo está en nuestra casa" y que sólo una firme oposición al imperialismo europeo y al imperialismo unitario, podía garantizar a una minoría revolucionaria la autonomía teórica y política necesaria para permanecer inmune a cualquier influencia, sin dejarse atrapar, como ha ocurrido a menudo, por uno u otro de los bandidos imperialistas que luchan perpetuamente por el reparto del mundo según la fuerza.
Hoy, cuando la crisis del orden se manifiesta con sus guerras y su barbarie, ese patrimonio de análisis y claridad científica, acumulado durante largos decenios, se revela indispensable para continuar por el camino no fácil pero vital de la recuperación del internacionalismo y de la unidad revolucionaria de los proletarios de todo el mundo.